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Restauración y conservación de los materiales sumergidos

La intervención en los objetos hallados se puede dividir en dos acciones ligadas entre sí: la restauración y la conservación, ambas reguladas, a nivel nacional por la ley del Patrimonio Histórico Español, y a nivel internacional por la Carta del Restauro y la Carta de Cracovia.


La conservación preventiva de materiales consiste en el mantenimiento y cuidado a largo plazo de los materiales encontrados en los fondos marinos, con objeto de su propio estudio, su exposición a turistas o interesados en su historia, o su constancia física como recuerdo histórico de interés. Dicho mantenimiento se basará en un continuado control de las condiciones ambientales como son la temperatura, la humedad relativa, la radiación y la contaminación, de las condiciones lumínicas (calidad e intensidad), de las de exposición, de almacenaje, de las plagas y de las condiciones de manipulación y mantenimiento.


Por su parte, la restauración del patrimonio consiste en la reparación o arreglo de los materiales encontrados en los fondos marinos, los cuales han podido sufrir las condiciones acuáticas durante periodos de tiempo muy largos. Aquellos materiales más antiguos son los más valiosos, pues son los menos comunes de encontrar, pero también son los más difíciles de restaurar, pues se suelen encontrar muy deteriorados. Además, se da en un espacio del tiempo puntual y consiste en ténicas estabilizadoras eléctricas, de desalación, de secado y de impregnación que dependerán de un estudio físico, fotogramétrico e histórico-artístico sobre el grado de degradación y corrosión del material y su naturaleza y características, por lo que se realizan dos tipos de investigaciones: arqueológicas y etnográficas.

En tan sólo treinta días tras la inmersión del objeto, este se recubre de una película bacteriana, comenzando así el proceso natural de degradación como objetivo al ser un material, generalmente, extraño para el medio, pero impidiendo la facilidad para su estudio en un tiempo futuro.


Los materiales dependerán de infinidad de factores que deberemos estudiar detalladamente antes de actuar, es decir, antes de tratar de extraerlo para llevarlo al laboratorio, al que deberá llegar completamente estabilizado. Estos factores pueden ser dados por la composición del medio, los movimientos de las aguas, la calidad del terreno sobre el que se haya posado el objeto, o los seres vivos que habiten ese medio. Pero no es tan fácil, porque a su vez hay que estudiar estas variables con su efecto en el material concreto hallado, por lo que se puede decir que cada hallazgo habrá de ser tratado de una manera específica y completamente dirigida.


Sólo al tomar conciencia de la delicadeza de los materiales ante unos u otros casos frente a su exposición durante largos períodos de tiempo (una mínima debilidad pero durante cientos de años puede suponer la pérdida de un valioso objeto) podremos entender la complicación que supone tanto restaurar como conservar cualquier hallazgo subacuático.

Los incontables tesoros hallados en el fondo oceánico han sido tratados, recogidos y examinados de diversas maneras, esto se debe a que cada uno de ellos está elaborado de un material concreto. Esto es muy importante para la restauración y conservación del yacimiento, ya que dependiendo de su material se pondrá en marcha un proceso de actuación u otro. La mayoría de los yacimientos encontrados se componen por el hueso la madera, la cerámica o el metal. Cada material tiene unos efectos concretos e independientes a los factores que hemos citado anteriormente que les dificultará la conservación de su estado original y les facilitará el deterioro del mismo. El material más sensible a estos factores , es la madera, ya que bajo el agua, la madera se hincha y se ablanda, provocando la dificultad de su extracción.

Aunque este material sea el más frágil a la hora de su restauración y conservación, todos tienen complicaciones. Por ejemplo el metal, se oxida, provocando el deterioro completo del yacimiento original y hasta degradando por completo su estructura. Algo parecido ocurre con el hueso , pero en este caso, no es la oxidación lo que rompe la estructura de este material, sino los microorganismos del medio acuático, que se alimentan de él y lo corrompen hasta desgastarlo. Estos son solo algunos ejemplos, estudiaremos ampliamente el comportamiento de cada material a los factores expuestos.

A veces no nos percatamos de que nuestro planeta es mayoritariamente agua, y por lo tanto, todo lo sucedido históricamente y evolutivamente para lo seres que habitan esta tierra, se encuentra en rincones de agua esperando a ser descubiertos por la humanidad. Afortunadamente esto ha sucedido en varias ocasiones, y gracias a ello hoy en día sabemos con toda la profundidad posible las costumbres, formas de vida y culturas de nuestros antepasados, un ejemplo es el descubrimiento de los rollos de pergaminos hallados entre 1947 y 1956 en el Mar Muerto. También hemos conseguido hallar el rastro de seres que, o bien ya no existen, o bien han evolucionado, un ejemplo es el hallazgo del primer fósil neandertal descubierto bajo las aguas del Mar del Norte (Zeeland Ridges- Holanda).